
Por Isabel Cobos (Docente y facilitadora del programa de alfabetización emocional “En sus Zapatos”).
Algunos lo describen como una pesadilla, otros como algo irreal… Lo cierto es que estamos viviendo una situación totalmente nueva, de encierro preventivo y obligatorio.
La casa se nos queda pequeña y la convivencia 24 horas seguidas genera como era de suponer pequeños conflictos en la convivencia familiar.
Si a eso le sumamos la dificultad para liberar tensiones con el ejercicio al aire libre, la imposibilidad de ver a los amigos y a la familia que no vive dentro de la casa, la repetición de los días, el miedo a perder la salud, etc… la cosa se complica. Pero una situación así puede traer momentos de encuentro, de re-conocimiento de lo que nos rodean y también suponer un crecimiento personal para los miembros de la familia.
Reconocer las emociones es el primer paso; después de validarlas, y gracias a la calma, podremos buscar la manera de gestionarlas para no hacernos daño ni a nosotros mismos ni a los que nos rodean.