“Las palabras amor y felicidad están bastante ausentes en la práctica educativa”

Por Gema Eizaguirre. Periodista y responsable de Comunicación de Teatro de Conciencia.

Catedrático de Orientación Psicopedagógica de la Universidad de Barcelona, Rafael Bisquerra es una eminencia en el campo de la Educación Emocional en España. En su haber se encuentran multitud de libros centrados en el ámbito educativo, como lo son “Competencias emocionales para un cambio de paradigma en educación” y “Orientación y Tutoría y educación emocional”. Bisquerra analiza la incidencia y cómo la pandemia puede ser una oportunidad de cambio y mejora.

-Desde el punto de vista de la Inteligencia Emocional, ¿qué cambios está provocando en nosotros esta pandemia?

R- Hay personas que viven la pandemia como una calamidad, y hay motivos de sobra para que sea así. Tanto por el riesgo de contagio como por los efectos económicos en muchas familias. Sin embargo, ante los mismos hechos, otras personas lo pueden vivir como una oportunidad. La diferencia entre unos y otros tiene mucho que ver con la capacidad para gestionar las emociones.

 

-¿Hemos ganado en resiliencia?

R.- Yo diría que más que ganar en resiliencia, las personas con resiliencia se encuentran en mejores condiciones para afrontar las crisis.

-¿Cómo manejar esta segunda ola del virus, en especial en los niños?

R.- Los niños, en general van a vivir la experiencia a través de los ojos de sus adultos (padres y madres). Si estos lo viven como una calamidad, así será para los hijos. Si los adultos lo viven como una oportunidad que afrontan con resiliencia, así aprenderán a hacerlos los hijos. Teniendo en cuenta que los hijos lo van a vivir todo con experiencias emocionales aumentadas. Aquí tiene una aplicación directa la metáfora de la realidad aumentada.

"Una de las oportunidades de la pandemia puede haber sido el tomar conciencia de que vivimos en la “aldea global"

-Parece que la pandemia ha despertado mayor empatía hacia los demás, por los sanitarios, los ancianos, la vecina mayor… ¿ha sido una empatía real o algo pasajero?

R.- Creo que una de las oportunidades de la pandemia puede haber sido el tomar conciencia de que vivimos en la “aldea global”, donde China estornuda y el mundo se resfría. O con más precisión, coge la gripe. Esto permite tomar conciencia de que estamos todos en el mismo barco. Esto puede abrir las puertas a la empatía y la solidaridad por el sufrimiento de los enfermos, personal sanitario, personas que sufren directamente la crisis económica consecuencia de la pandemia, etc. Quiero valorar este aspecto de la pandemia como una oportunidad que conviene aprovechar.

-El hecho del confinamiento ha forzado a la relación virtual entre alumnos y docentes ¿esta relación a distancia cree que les ha unido o alejado?

R.- Lo que está pasando debería servir para tomar conciencia de que la transmisión de conocimientos está muy bien y es necesaria. Pero que esto no es suficiente. La persona tiene necesidades, y deseos, a partir de los cuales nos relacionamos con el exterior. Es decir, las emociones son el nexo de unión entre las personas y su entorno. Solamente una educación que tenga esto presente en el siglo XXI puede tener sentido.

-Ha hablado en varias ocasiones del “analfabetismo emocional” que sufre la sociedad.

R.- El analfabetismo está pasando factura a mucha gente. No solamente por la pandemia, aunque en algunos aspectos esta crisis puede agravar las consecuencias del analfabetismo emocional. Si esto se aprovecha para tomar consciencia de la importancia de la educación emocional a lo largo de la vida, será una oportunidad bien aprovechada.

-¿Qué deberíamos hacer para acabar con este analfabetismo?

R.- ¿Qué deberíamos hacer? La gran pregunta. Para mí es importante reflexionar sobre el sentido de la vida. Somos una sociedad que confunde el consumir con el objetivo de la vida; nos centramos en el bienestar material, del desarrollo económico. Acepto que esto es muy importante; indispensable. Pero no es suficiente para dar un sentido a la vida y a la humanidad. Creo que hay que aprovechar la oportunidad para dar el salto a reivindicar el bienestar emocional (que pasa por el amor y la felicidad) como una de las finalidades de la existencia, lo cual afecta a la educación, a las familias, a la sociedad y a la política de un país.

-¿Qué es lo básico que deberían aprender las personas sobre Educación Emocional?

R.- Lo básico tal vez sea buscar un sentido a la vida. ¿Qué hemos venido a hacer a este mundo? ¿trabajar? ¿sufrir? ¿O tal vez sea posible ser felices? Lo que si podemos decir es que para experimentar emociones negativas no hace falta ir a la escuela. En cambio, solamente a través de un proceso de aprendizaje se puede aprender a amar y a ser felices. Esto a veces cuesta de entender y de aceptar. Tal vez por esto, la palabra amor y felicidad están bastante ausentes en la práctica educativa.

"El reto es pasar del bienestar material al bienestar emocional; pero esto requiere interioridad y esto nos da miedo"

-¿Por qué la gente en general es todavía tan reacia a tener más en cuenta sus emociones?

R.- Somos un cuerpo, que es material, y esto nos liga a lo material y buscamos las satisfacciones en el materialismo. Sin embargo, como dijo Saint Exupery en El Principito, lo esencial no está visible porque no es material. Las emociones, los sentimientos profundos, el amor, el bienestar emocional, la plenitud, la felicidad,… no son fenómenos directamente materiales, sino inmateriales, muchas veces no directamente observables. El reto es pasar del bienestar material al bienestar emocional. Pero esto requiere interioridad, y esto nos da miedo.

-¿Ve factible a corto o medio plazo la incorporación de una asignatura de Educación Emocional obligatoria en las escuelas?

R.- No lo veo a corto plazo. Falta mucha concienciación por parte de las autoridades académicas, universidades, formación del profesorado, políticas educativas, etc. Cuando uno observa lo que pasa en el congreso de diputados, no puede evitar pensar que es una manifestación más del analfabetismo emocional. Lo siento, pero si lo que vemos tiene que dirigir la política educativa del país, nos queda un largo camino por recorrer, que será como una travesía del desierto. Si con esta entrevista y otras acciones podemos contribuir a sensibilizar sobre la importancia y la necesidad de la educación emocional, bienvenido sea.

-Usted es presidente de la Rieeb, ¿en qué consiste y que función tiene?

R.- La RIEEB (Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar, www.rieeb.com) tiene como objetivo contribuir a la difusión de la educación emocional por todo el mundo. Esto incluye sensibilización, como la que estamos haciendo; formación del profesorado de cualquier nivel educativo; estimular la puesta en práctica de programas de educación emocional en los centros educativos; difundir instrumentos de medición y evaluación de las emociones para utilizarlos en los programas y aportar evidencias sobre sus beneficios; que de todo esto se pueda pasar de las experiencias a las evidencias que constituyan conocimiento científico publicado en revistas científicas; lo cual debería servir para convencer a la clase política para que se adopten las medidas oportunas para la difusión general de la educación emocional cumpliendo con los requisitos que aseguren una práctica eficiente.

Para avanzar en este proyecto, está planificado un Congreso Internacional de Educación Emocional en Barcelona para los días 22, 23 y 24 de octubre de 2021. Para detalles se puede consultar el programa en la web de la RIEEB: www.rieeb.com. Las personas que se quieran asociar a la RIEEB serán muy bienvenidas y también las que se animen a participar en el congreso.

 
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