Como maestra, y viendo este comportamiento insertado en muchos alumnos me pregunto: ¿a qué contribuimos cuando nos comunicamos con la amenaza? ¿No sería mejor educar a nuestros hijos con amabilidad, con una sonrisa, con la magia de dos palabras hermosas como “Por favor y gracias’’?
Si les acostumbramos a que nos obedezcan por miedo y con castigos estaremos poniendo los cimientos para vivir en un mundo hostil y duro. Desde casa y desde la escuela podemos construir un mundo amable; a través de palabras bonitas, y donde el niñ@ responda ante una sonrisa en vez de ante un grito.
Ahora más que nunca, la sociedad necesita vestirse de palabras amables, por eso: Yo elijo la amabilidad, y Empatín y Empatino también.
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