Por Alexia Ruiz (Docente y facilitadores del programa de alfabetización emocional “En Sus Zapatos”)
Este último mes ha sido un verdadero caos para todo el país, la mayoría de los trabajadores han tenido que reinventarse para afrontar esta nueva situación. Nosotros, los docentes, no hemos sido menos. Hemos cambiado nuestras pizarras por un ordenador y hemos pasado a ser “profesores virtuales “en tres días”.
Hemos aprendido en tiempo record a utilizar aplicaciones informáticas para comunicarnos con nuestro claustro y nuestros alumnos. La enseñanza presencial nos ayudaba a ver, a través de gestos, miradas de complicidad o risas, si nuestros alumnos habían comprendido nuestros mensajes. Ahora nuestros alumnos nos abordan de uno en uno y nos mandan correos para que les aclaremos dudas. Además de atenderlos individualmente a ellos, tenemos que atender las reuniones por videoconferencia con el claustro, – que si ya eran difíciles en vivo y en directo-, imaginen de manera virtual…
Por último, añadiré al escenario, para que puedan ponerse “en los zapatos” de nosotros los docentes, que también estamos compartiendo este confinamiento con nuestras familias e hijos en edad escolar a los que atendemos, de hecho, más que nunca porque la situación así lo requiere. Añadiendo que pudiéramos tener amigos o familiares infectados por el virus sin la opción de prestarles ayuda.
Sí, nos sentimos atrapados, desbordados por la frustración, la angustia y la impotencia.
Sin embargo, tenemos aquí y ahora la posibilidad de trasformar esas emociones que nos crean malestar, si queremos hacerlo.
De ser así, primero hemos de tomar consciencia de que queremos que se dé ese cambio; es decir tener la voluntad para poner las medidas, que son las siguientes:
- PARAR: Concédete un tiempo antes de que esas emociones te atrapen, te desborden.
- RESPIRAR profundamente: oxigena cada célula de tu cuerpo con el fin de que esas emociones bajen su intensidad. Tu cerebro y tu sistema nervioso te lo agradecerán.
- HÁBLATE A TI MISMO: Sé amable, sé compasivo contigo mismo. Reconoce tu propio sufrimiento y sobre todo no te juzgues. Acepta tus imperfecciones y limitaciones con humildad. Confía en ti, en tu labor como docente. Confía en tus alumnos, en las familias, en tus compañeros de claustro. Con confianza y esperanza, puedes empezar a construir y afrontar este nuevo reto desde otra perspectiva.
Nuestra profesión conlleva el riesgo de desgastarnos poco a poco, por ello es importante empezar cuanto antes nuestro autocuidado y así mantenernos fuertes y confiados para volver empezar cuantas veces sean necesarias.
Esta infografía quiere recordarte de un solo vistazo lo que puedes hacer cuando te sientas desbordado en tiempos de corona virus (o no).