Por Atenea Alonso (Docente y facilitadora del Programa de alfabetización emocional “En Sus Zapatos”).
En esta vorágine de noticias y sucesos tan confusos, que pueden estar afectando a personas de nuestro alrededor o, incluso a nosotros mismos, el bombardeo de información, no tan buena, que sufrimos día a día afecta inevitablemente al ambiente de nuestras familias. Esto, unido al componente de la convivencia, que ya de por sí trae en ocasiones ciertas dificultades, puede suponer un verdadero reto.
Por esto y en estas circunstancias tan excepcionales, es importante que hagamos el esfuerzo de encontrar algunos momentos en nuestro día a día para cambiar nuestra mirada poniendo atención en las cosas positivas que tenemos. Pues tal y como decía el sabio director del colegio Hogwarts, en los libros de Harry Potter:
“La felicidad se puede hallar hasta en los más oscuros momentos, si somos capaces de usar bien la luz”.
Os propongo un ejercicio muy sencillo con la esperanza de que llene de luz vuestros hogares.
El recipiente de la Gratitud
El objetivo es centrar nuestra atención en las cosas positivas que hay en nuestra vida y sentir gratitud por ellas.
Las pensaremos y escribiremos en un papel, para después compartirlas con el resto de la familia. Es un juego muy sencillo y divertido.
¿Te apetece probar?
A continuación te explico en qué consiste:
- Primero, buscaremos un recipiente, un bote de cristal, una caja de zapatos o incluso una bolsa de papel. Si es grande, mejor. Será a partir de ahora el recipiente/bote/caja/bolsa de la GRATITUD.
- Cogeremos trocitos de papel, podemos dividir un folio en partes y dejarlos al lado del recipiente de la gratitud para que cada persona tome tantos como necesite.
- Cada día, todos los miembros de la familia se tomarán unos minutos para escribir algo bueno que les haya ocurrido. Puede ser una palabra o frase que les haya gustado, un momento que les haya hecho sonreír o una cosa nueva que hayan aprendido. También pueden buscarse noticias de cosas buenas que hayan pasado. Puede ser tan elaborado como uno quiera y no importa lo que sea, siempre que en mayor o menor medida, haya hecho que su día sea mejor. Los más pequeños podrían hacer un dibujo y luego, explicarlo. Lo más importante es que participen todos los miembros de la familia, desde los más pequeños a los más mayores. Una vez que cada miembro de la familia escribe su motivo, lo introduce en el recipiente de la gratitud. Esto puede pasar en cualquier momento del día, depende de cuando cada uno se sienta inspirado.
- Cuando todos hayan tenido oportunidad de hacer sus aportes al recipiente de la gratitud, buscaremos momento para compartir lo que hemos escrito con toda la familia. Entre todos, podéis acordar un momento para leerlo en voz alta Puede ser al acabar el día o cada dos días, después de cenar, etc. Cuanto más a menudo sea, mejor.
¡Y ya está! Ahora, esta idea es vuestra y podéis adaptarla y cambiarla a vuestro gusto.
Cuando hayamos realizado la actividad durante unos días, podríamos introducir otras variables. Por ejemplo, podríamos decir algo bueno sobre uno o todos los miembros de la familia, o dar las gracias por algo que alguien haya hecho. También podría introducirse un pequeño intercambio de presentes (cualquier cosa que pueda gustar, como un dibujo, un masaje, un bizcocho, un poema…)
Este pequeño momento nos brinda la oportunidad perfecta para recordar en familia que nos queremos y nos valoramos, y que aunque a veces nos equivoquemos, somos capaces de ponernos en el lugar del otro, perdonarnos e intentar hacerlo mejor la próxima vez. Un momento para dedicárselo al agradecimiento. Una oportunidad para estar juntos y recurrir a la gratitud como un recurso valioso para cuidar y mejorar la convivencia, trayendo luz a nuestro día a día.
Y tú, ¿qué vas a escribir en tu papel?