Por Ruth Murciego Álvarez (Docente y facilitadora del programa de alfabetización emocional "En Sus Zapatos").
En innumerables ocasiones cuando se genera un conflicto tanto en el aula, como en el parque, el patio o en casa la manera más socorrida para solucionarlo termina con un “pide perdón” seguido de un “ya podéis iros a jugar, porque está solucionado”. La duda que se plantea en esta manera de abordar la resolución de conflictos es la siguiente: ¿Es verdadero este perdón? ¿Han aprendido algo de este conflicto? ¿Estamos seguros que no se va a volver a repetir este conflicto?
Si realmente queremos que el perdón sea verdadero, tenemos que tener claro que la persona que lo pide y la que lo da tienen que sentir la necesidad de ser perdonados y de perdonar. No podemos concebir el perdón como el broche final de un conflicto, por ello, los adultos no deberíamos exigirlo, pues se trata de un sentimiento y una decisión personal. El perdón de verdad surge de la empatía y de la comprensión de las necesidades del otro.
¿Cómo podemos ayudar a conseguir ese perdón de verdad al mediar en un conflicto entre niños o niñas?
-VALIDAR lo que ambas partes sienten (tienen derecho a sentirse como se sienten). De esta manera y con la ayuda de un adulto es más fácil la reflexión.
-Hablar y hablarnos desde la AMABILIDAD y la paciencia. No hay que tener prisa por solucionar las cosas, a veces lleva un tiempo.
-Olvidarnos de los prejuicios, de esa manera ayudamos a realizar una ESCUCHA EMPÁTICA.
-AYUDAR a solucionar, NO solucionar. Si se lo hacemos nosotros no aprenderán y se acostumbrarán a que el adulto haga su responsabilidad.
-No AMENAZAR O CASTIGAR. Sino aprenderán que los conflictos se solucionan dañando.
HABLAR con ellos y escucharlos y ayudar a que escuchen a los otros. De esta manera aprenden que los conflictos se solucionan hablando.
CONFIAR en ellos, en su bondad y en su capacidad empática.
El perdón de verdad surge de la empatía y de la comprensión de las necesidades del otro.
Para ayudarles a que se perdonen de verdad podemos seguir los siguientes pasos:
- El adulto tiene que estar calmado.
- Buscar la calma de los niños o las niñas podemos ayudarnos de la respiración para ello. Sin calma no se puede resolver el conflicto.
- Buscar un momento y espacio adecuado para poder hablar de forma tranquila y libremente.
- Facilitar que cada parte exprese:
-¿Cómo se siente o se han sentido?
-¿Qué piensa cada uno que ha pasado?
-¿Qué necesita cada uno?
-¿Qué pide cada uno?
5. Ayudarles a llegar a un acuerdo que restaure el daño causado de una forma justa y beneficiosa para ambas partes.
6. Reflexionar qué pueden hacer, o que harían, si vuelve a ocurrir.
7. Felicitar y agradecerles.
Es muy probable que el perdón de verdad surja en el paso cinco. Si no surge no podemos forzarlo ni pretender que siempre ocurra. Tenemos que aceptar que es algo que puede surgir o no. Y tenemos que aprender a reconocer los gestos del perdón de verdad más allá de las palabras, pues lo podemos ver también en forma de un abrazo, una caricia e incluso una mirada o sonrisa.