Por Roberto García (Docente y facilitador del programa de alfabetización emocional "En Sus Zapatos").
Bienvenidos a la “nueva normalidad”. La situación actual conlleva cambios, muchos cambios, demasiados…
A su vez, estos han modificado muchos aspectos de nuestras vidas, de nuestra manera de relacionarnos, privándonos de momentos, situaciones y libertades que hace apenas unos meses ni siquiera nos planteábamos.
Es probable, que como consecuencia ellos, nos “invada” un carrusel de emociones (tristeza, miedo, enfado…) complicadas de gestionar. Si esta dificultad la sentimos nosotros, que somos adultos, podemos imaginar que para los niños y niñas será mucho mayor, por ello sería de esperar que nos hiciéramos la pregunta:
¿Cómo puedo ayudarles ante la nueva situación?
Existen muchas respuestas a esa pregunta, y una de ellas podría ser invitarlos a cambiar su manera de pensar, modificando sus pensamientos. Aprendiendo a buscar en estos cambios algo positivo que les permita ver todo desde una nueva perspectiva. El desafío ahora es saber cómo hacerlo.
Propuesta para identifica y cambiar emociones
A continuación, os hago una propuesta usando como ejemplo el uso de las mascarillas. Partiremos de la presunción que a este niño o niña no le gusta llevarla, y veremos uno a uno los pasos a seguir para ayudarle a cambiar sus pensamientos y que sea capaz de transformar esa emoción inicial de rechazo en otra.
1- Identificar la emoción que les genera este cambio. Le preguntaremos: ¿Cómo te sientes?
Si preguntamos al niño de nuestro ejemplo cómo se siente ante el hecho de tener que llevar mascarilla, probablemente nos diga que está harto de tener que ir con ella a todos lados, que no puede respirar bien, que es un roll…
La emoción presente será la Rabia, y es importante que el niño la identifique y le ponga nombre, para ello si hace falta que le ayudemos, lo haremos.
2- Validaremos la emoción que siente, sea cuál sea
Una vez identificada y nombrada la emoción, le diremos que entendemos muy bien que se sienta así. Después hablaremos con él y le explicaremos que está bien si siente rabia por llevar mascarilla, aunque debido a las circunstancias actuales tenemos que llevarla.
También podemos aprovechar y explicarle que no hay emociones buenas y malas, que todas las emociones son válidas y que lo importante es reconocer que están ahí para poder después aprender a gestionarlas de la mejor manera.
3- Le orientaremos para que cambie su mirada ante el uso de la mascarilla
3.1. Le ayudamos con nuestra explicación a aceptar el cambio que nos obliga a llevar la mascarilla. Para ello podemos usar un argumento como este: “El cambio está aquí, es algo que ha pasado ya, que no podemos cambiar y que, nos toca aceptar. Es algo transitorio, pero mientras dure la norma deberemos de llevar la mascarilla dadas las circunstancias.
3.2 Le ayudamos a buscar algo positivo de esta nueva situación. Podemos empezar analizando conjuntamente las ventajas de llevar mascarilla: ¿Crees que llevar la mascarilla puede ayudarnos o servirnos en algo?
Puede ser que por él mismo piense aspectos positivos de su uso, pero también puede resultarle difícil encontrarlos. Para estos casos, podremos ayudarle explicándole por ejemplo que, si lo pensamos bien, durante invierno estemos mucho más protegidos ante el covid y ante todo tipo de virus.
Además, con la mascarilla tenemos la oportunidad de fijarnos más en la mirada de las personas, observando cómo los ojos cambian cuando ríen, cuando lloran, cuando están enfadados… ¡Está genial poder jugar a saber cómo se siente la gente sólo mirándoles a los ojos!
4- Le ayudamos a consolidar la nueva emoción
A partir de este cambio de pensamiento, buscando aspectos positivos en esta nueva situación, le habremos ayudado a que cambie de emoción, o al menos a que su enfado baje de intensidad.
Ahora, le recordamos que cada vez que tenga que salir a la calle y ponerse la “dichosa mascarilla” podrá jugar a fijarse en las miradas de las personas. Además, podrá confiar en que el uso de la mascarilla ayudará a protegerse del virus a muchas personas y eso le hará sentirse esperanzado y alegre.
Con este ejercicio estamos educando a nuestros menores para que aprendan que la que la decisión sobre cómo actuar y pensar ante cualquier situación o cambio es suya.
¿Os animáis a probarlo?