Por Ana María Ávila Muñoz, maestra de educación primaria y facilitadora de “En Sus Zapatos”.
Las emociones se alimentan de los pensamientos y actúan a partir del cuerpo. Como docentes, debemos tener esta premisa en cuenta, puesto que muchos de los retos que nos encontraremos en nuestra vida profesional, en las aulas y centros educativos, podrán ser resueltos a partir de la gestión emocional, es decir, a partir de la educación emocional.
Te propongo que, con la imaginación, nos pongamos en esta situación:
Entras a tu clase y están todos los alumnos/as levantados/as, jugando y riéndose. Llegas hasta tu mesa mandándoles callar a gritos, y parece que va surgiendo efecto, piensas que estos/as chicos/as van aprendiendo.
Vas a dar comienzo la clase de ciencias naturales, llevas varias semanas preparando estas sesiones, después de todo el esfuerzo empleado, sabes que les va a encantar. Comienzas la sesión y llega el momento, te dices a ti mismo que puedes, inicias la actividad y contrariamente a lo que esperas, no contestan a las preguntas, empiezan a charlar entre ellos, se levantan y juegan, no escuchan tus gritos pidiendo silencio, se ríen, se pelean, acaban tirando una mesa y, además, uno de ellos se cae de la silla.
Sientes que te estás acalorando, te late el corazón cada vez más rápido, te sudan las manos, aprietas la mandíbula, y de repente escuchas su voz: es la voz de la rabia. Tu frustración la está alimentando proporcionándole cada vez mayor intensidad, la escuchas alto y claro, acaba de entrar en escena y te dice:
-Ya está bien, siempre igual, nunca te hacen caso
-Siempre están igual no les interesa nada de lo que tú les propones, y no van a cambiar
-¿Para esto te has pasado el fin de semana preparando la clase?
-Nunca van a estar atentos, qué no lo ves.
-Necesitan mano dura: Dales un grito bien grande y castígalos.
-Se están riendo de ti, ¿no te das cuenta? Te toman por el pito del sereno.
-Sobre todo, no te quedes callada, porque les muestras que no tienes autoridad: se te suben a la chepa, cada día más rápido.
-Mándalos callar de una vez, y que sepan quién manda.
-Estás perdiendo toda la autoridad como siga así…
¿Has escuchado alguna vez estás palabras resonar en tu cabeza?
Es muy probable que alguna vez sí. Por eso es importante tener estrategias que nos ayuden a salir de este secuestro emocional de la rabia.
Cuando te encuentres con la rabia gritando en tu cabeza y dándote órdenes, no permitas que te secuestre.
Para ello, comienza a respirar, céntrate en cómo sale el aire y entra por tu nariz, una vez y otra vez. Centra toda tu atención en ese aire que te acaricia la nariz al entrar y salir, nota como tu corazón empieza a latir más despacio, y así vas calmándote: suavizando la presión de tus puños, estirando los dedos. Cuando estás más calmado, puedes interiormente hablar con tu rabia. Quizás teniendo un diálogo que diga:
-¿Qué siento?... Estoy enfadada, frustrada, las cosas no están saliendo como me esperaba, he dedicado mucho tiempo a este trabajo, y pensé que ellos lo iban a tener en cuenta.
-Rabia, entiendo que estés enfadada pero no creo que gritando lo solucione, tendré que hablar con ellos.
-No voy a gritar, ni resolverlo con castigos punitivos.
-El problema con el que me encuentro es que no puedo desarrollar la sesión con ellos tal y como había pensado, porque están muy nerviosos…
-Si les grito ellos se sentirán agredidos, lejos de estar en calma, y yo además me sentiré mal, tensa, nerviosa, y la actividad no saldrá adelante porque ni ellos ni yo, tendremos humor para desarrollarla.
-Hoy la clase está siendo a última hora… quizás podría intentarlo mañana de nuevo, que les tengo más temprano…
-Pediré silencio tranquilo para que vean que estoy aquí. Hablaré con ellos, explicándoles como me estoy sintiendo, lo contenta que estoy con el trabajo que traigo, y que me gustaría mucho compartirlo con ellos. Después comenzaré a proyectar una de las actividades que llevo preparada, esa que sé que les va a encandilar y calmar a la vez.
Espero que esta técnica que se llama, el semáforo, os pueda servir para no dejaros secuestrar por la rabia.
Recordar que somos todo el tiempo modelo para el alumnado, así que nuestros secuestros emocionales, así como nuestra gestión emocional, también lo es.
Frustrarse es normal, sentir rabia también, sin embargo, dejar que ella mande sobre nuestras acciones depende de nosotros.