Por Sara Jiménez (Docente y facilitadora del programa de alfabetización emocional "En Sus Zapatos").
Os quiero compartir mis pensamientos, mis sentires, mis miedos, mis consuelos… Aquí están las primeras páginas de mi diario, con ellas invito a que reflexionemos sobre lo que nos ocurre por dentro, a adultos y a niños y niñas , en estos momentos tan complejos que estamos viviendo….
“Son las ocho, suena el despertador, desayuno, me ducho y abro mi correo. Soy profesora y debido a las circunstancias que todos sabemos, tengo que preparar las actividades que tienen que hacer los niños y niñas de mi clase para la siguiente semana de confinamiento. Y mientras las preparo, pienso en todos esos padres y madres que me escribieron contándome que sus hijos o hijas no quieren hacer los deberes.
Pienso en aquellos niños y niñas que sienten mucha rabia porque no pueden salir, o porque tienen que hacer tareas sin poder comentarlas con un compañero, o porque no pueden estar con sus amigas, incluso porque no pueden ver a sus familias. Y también pienso en aquellos padres o madres que sienten miedo: miedo a no estar a la altura de ser un buen profesor para con sus hijos o hijas, miedo de no ser un buen humorista, de ser no un buen cocinero… En definitiva pienso en esos padres que quieren ante todo proteger a sus hijos.
Tenemos derecho a sentirnos como nos sentimos: los niños y las niñas tienen derecho a sentir rabia y los adultos tenemos derecho a sentir miedo.
Y esta mañana opto por validar lo que todos sentimos, porque si lo sentimos así es porque hay algún motivo que nos lo provoca. Sin embargo, aunque valido lo que sentimos, también sé que podemos gestionarlo y podemos ser dueños de lo que hacemos con lo que sentimos. Para ello necesitamos un gran aliado, que es la calma, y que tenemos mil minutos para practicarla. Cuando siento miedo, me doy cuenta y entonces respiro lentamente y de manera consciente. Si sigo sintiendo miedo, vuelvo a respirar profundamente, cierro los ojos y visualizo los movimientos de un árbol en mi mente, así poco a poco voy calmándome. A mí, la calma me da la llave para aceptar mi miedo, validarlo y gestionarlo
Ahora que estoy más calmada, porque ya he respirado varias veces, pongo atención en mis pensamientos y los intento cambiar, diciéndome a mí misma “que todo pasará”, diciéndome a mí misma que “gracias a las personas que estamos confinadas hemos conseguido salvar muchas vidas”, diciéndome “que todos y todas, unidos, unidas podemos con esto”.
Son las ocho y diez y sigo pensando que, aunque ya estoy mejor, detrás de estos barrotes de nuestras ventanas hay personas que juzgan lo que sienten ellas mismas o los niños.
Y que si juzgamos lo que sentimos crecerá en nuestro interior un monstruo que alimentará la negatividad y hará que nos encontremos peor.
Quisiera proponerles que hagamos frente a la rabia y al miedo que sentimos aceptándolos. Que nuestra primera arma sea la calma, y luego la capacidad de escucharnos a nosotros mismos, de dialogar, de darnos ánimos, de comprender….
Ya son las ocho y media, y pienso, que no me voy a juzgar ni voy a juzgar a nadie.
He decidido que todas las actividades que mandaré a mis alumnos serán entretenidas, divertidas y que inviten a la educación emocional.
No me voy a juzgar si soy o no soy, una buena profesora, porque pienso que con estas tareas que voy a mandarles el confinamiento será más llevadero para ellos y quizá contribuya a mejorar su salud emocional.
Y que si me equivoco, sobre todo no me juzgaré
Yo, me pongo “en sus zapatos”.
Para profundizar en estos aspectos, te propongo algunas preguntas de reflexión:
-¿Es bueno o malo sentir miedo o rabia en una situación así?
-¿Podemos hacer algo cuándo sentimos miedo y rabia para sentirla menos? ¿Qué técnica uso yo para calmar mi miedo? ¿Qué técnica podemos enseñar a los más pequeños para que aprendan ellos a gestionar sus emociones?
-¿Aceptas y validas tus miedos o tu rabia? ¿Aceptas y validas las emociones de tus hijos o alumnos? ¿Usas pensamientos negativos que alimentan tu miedo o por el contrario usas pensamientos positivos que te ayudan a vencerle la batalla?
-¿Es posible cambiar los pensamientos? ¿Quieres hacerlo? ¿Quieres enseñar a que lo hagan los más pequeños a tu cargo?