Por Raquel Terraza (Docente y Facilitadora del programa de convivencia "En Sus Zapatos").
Y poco a poco el coronavirus se empezó a hacer hueco en el mundo…
«¡Bueno, pero está en China!» (pensaba yo).
Y como profesora, tranquilizaba a mis alumnos cuando me preguntaban si podía llegar a España. Incluso me lo tomaba a broma y les trataba de exagerados cuando me decían si podría venir el coronavirus en un paquete de Amazon.
«Chicos, dejemos a los expertos, tenemos que confiar en ellos, si no nos dicen nada, seguro que todo está bien».
Y poco a poco el coronavirus se empezó a hacer hueco en el mundo…
“¡Bueno, pero está en China!”, (pensaba yo).
Y como profesora, tranquilizaba a mis alumnos cuando me preguntaban si podía llegar a España. Incluso me lo tomaba a broma y les trataba de exagerados cuando me decían si podría venir el coronavirus en un paquete de Amazon.
“Chicos, dejemos a los expertos, tenemos que confiar en ellos, si no nos dicen nada, seguro que todo está bien”
Y poco a poco el Coronavirus se fue haciendo más visible en España…
Primeros fallecidos por coronavirus en nuestro país y de repente, una sensación de incertidumbre, ¿qué iba a pasar? En dos días se decretó el estado de alarma y nos cerraron en casa.
El miedo empezó a apoderarse de mí, sobre todo al empezar a oír noticias sobre ancianos fallecidos en residencias. Tengo dos abuelas de unos 90 años, una de ellas viviendo en una Residencia.
Estaba preocupada, pero seguía confiando.
Y poco a poco, fuimos sintiendo el coronavirus más cerca…
Un hermano de una de mis abuelas (85 años) ingresado por coronavirus. En la residencia de mi otra abuela, los primeros infectados confirmados, varios con síntomas, pero sin confirmar porque no hay tests y primeros fallecidos.
Con este panorama, pasé una noche bastante preocupada, intranquila, con mucho miedo y triste por la aterradora idea de no volver a ver a mis abuelas. Claramente el miedo y la tristeza me estaban ganando la batalla interior, mientras que mi confianza empezaba a verse mermada…
Y bajo este secuestro emocional decidí que esta situación podía manejarla de otra manera, y eso dependía de mí.
Para ello seguí los pasos del semáforo emocional
PRIMERO
SEGUNDO
Al acabar de respirar profundamente (haciendo uso de la técnica de “el árbol”), reconocí las emociones que me estaban “ganando la batalla”: miedo sobre todo, pero también un poco de tristeza. (Descarga el poster pinchando aquí)
Una vez calmada pude pensar con claridad, y me di cuenta de que el problema era que estaba expuesta a muchísima información y que claramente esa información era toda negativa, no había ni un atisbo de esperanza en toda ella. Por tanto, tenía que buscar “contranoticias” y después, centrarme en la situación real de mi familia.
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Una última noticia que no encontré en la prensa pero que me llegó, fue que el hermano de mi abuela al que habían ingresado (sí, el de 85 años), ¡había vencido al coronavirus y ya estaba en casa!
Por último, decidí mantener el contacto telefónico diariamente con mis abuelas para comprobar la situación real en la que se encuentran y como están.
Afortunadamente, de momento están bien y cada día estamos un paso más cerca de que esto pase.
¡VOLVEREMOS A ABRAZARNOS!
Hasta entonces, sigamos CONFIANDO y mantengamos la ESPERANZA.