El espejo de las emociones

Por Raquel Terrazas. Docente y facilitadora del programa de alfabetización emocional “En Sus Zapatos”.

Eran más o menos las 7 de la tarde cuando decidí que era el momento de movilizar un poco el cuerpo, salir a correr un rato por el parque, airearme y probar los nuevos cascos inalámbricos que me había comprado.

Inicié la marcha centrada en mí misma, impasible a todo lo que ocurría a mi alrededor. Corría atenta a la música, comprobando el funcionamiento de mis auriculares y mirando hacia el suelo para no tropezarme y caerme, algo que acostumbra a pasarme de vez en cuando.

Pero ¡vaya!, los cascos no estaban por la labor de funcionar bien... así que, ganando la batalla a mi tranquilidad, la rabia empezó a apoderarse de mí, y entiendo que mi expresión facial, ajena a mi consciencia, también iba cambiando y transmitiendo desilusión y enfado...

Fue entonces cuando me crucé con un niño pequeño de un añito aproximadamente. No levantaba muchos centímetros del suelo y por eso pude verle, si no, habría pasado desapercibido como el resto de las personas que cruzaban mi camino, de quienes sólo veía rodillas y pies. Me sonrió y rápidamente mi boca dibujó una sonrisa en respuesta. Él sonrió aún más ampliamente.

Claramente, con una simple sonrisa, nos habíamos comunicado.

¿Cuántas sonrisas se habrán perdido bajo la mascarilla?, ¿cuántos labios fruncidos?, ¿cuántos dientes apretados?, ¿cuántas bocas abiertas?, ¿cuántas bocas torcidas?...

¡Cuántas emociones ocultas tras esos pedazos de tela!

Según leí en una ocasión, en nuestra cara hay 43 músculos. Todos ellos, por supuesto, nos permiten gesticular y expresar un número incontable de emociones; por nombrar las más básicas: miedo, rabia, alegría, tristeza, asco y sorpresa.

Tal vez, mientras leíais los nombres de estas emociones, los músculos de vuestra cara se hayan movido vislumbrando cada una de ellas.

Y para mover esos músculos y conocer la expresión de todas las emociones, os propongo una actividad para hacer con vuestros hijos/as o con vuestros alumnos/as.

EL ESPEJO DE LAS EMOCIONES

Poneos frente al espejo o unos frente a otros y pensad en cada una de las emociones que os mencionaba previamente. Observad atentamente cómo se van moviendo todos los músculos de vuestra cara. Podéis hacer una tabla de anotaciones, (que podéis descargar en este enlace) con los movimientos musculares que observáis, como la que se propone a continuación. Fijaos en cada pequeño detalle (boca, ojos, nariz...).

Pero... ¿qué hacemos ahora que llevamos la mitad de la cara tapada con las mascarillas? No hay duda, de que nuestras expresiones faciales, nos dan muchísima información sobre las personas que tenemos alrededor, y si estamos atentos a ellas, podemos percibir cómo se sienten.

Tendremos que ser especialmente observadores. Fijarnos más en los ojos y todas las expresiones que ahí se producen. Al fin y al cabo, “la mirada es el reflejo del alma”.

Por ello, ahora os propongo otro ejercicio.

LO QUE BRILLA TRAS LA MASCARILLA

Poneos nuevamente frente al espejo o unos frente a otros, pero ahora, con la mascarilla.

Poned cara de asco, sorpresa miedo, tristeza, rabia y alegría. Prestad atención a los cambios que se producen en la parte de la cara que está descubierta. Estoy segura de que seréis capaces de apreciar las diferencias, ¡esos cambios mínimos que tanta información nos dan!

Podéis utilizar la siguiente tabla como guía.


EL CUERPO CHIVATO

Por otro lado, el lenguaje corporal también podrá darnos pistas de lo que sienten las personas.

Os propongo una última tarea. Observad a las personas que tenéis en frente o poneos frente al espejo. ¿Cómo están sus brazos, sus manos, las piernas, los pies...?, ¿hacia dónde se dirige su mirada?, ¿hacia dónde se inclina la cabeza?... ¿qué crees que puede significar?


Saquemos lo positivo de esta situación que nos ha tocado vivir. Miremos más a los ojos, percibamos su brillo, observemos más cada gesto en la parte superior de nuestras caras. Aprendamos a interpretar el lenguaje corporal y hablemos de verdad de nuestras emociones. Con esta actividad hemos aprendido a leer nuestros rostros y los rostros de las otras personas para saber cómo se sienten… sin embargo, no nos olvidemos de preguntarlo también. Y tú, ¿cómo te sientes?

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